Uno de los temas que más recurrentemente surgen en la consulta psicoterapéutica y que preocupan a las y los consultantes es el de la autoestima. Tanto hombres como mujeres, de edades diversas, comentan que sienten que su autoestima es baja, o que miran que sus hijas o hijos, padres o madres o sus parejas tienen problemas con su autoestima.
En esta entrega, vamos a abordar algunos de los elementos más importantes sobre la autoestima para comprenderla mejor y plantear ideas para mantenerla en buen estado, contribuyendo a la salud mental y al bienestar general propio y de quienes nos rodean.
Autoestima y autoconcepto
Si bien son dos ideas similares, hay diferencias importantes entre la autoestima y el autoconcepto. Partamos señalando que el autoconcepto es la imagen que cada persona tiene de sí misma. El autoconcepto está conformado por las creencias, valores, cualidades y defectos que cada persona considera que tiene y cómo se ve en relación con el mundo.
El autoconcepto se va construyendo a lo largo de la vida, a partir de las experiencias, pero, sobre todo, en el recorrido que cada uno hace de autoconocimiento en relación con uno mismo y con los demás.
Por otro lado, la autoestima es la valoración que cada persona hace de sí misma; tiene que ver cómo, cada uno, se siente consigo mismo, si hay aceptación o no y si cada persona se valora a si misma por lo que es. Así como el autoconcepto, la autoestima también puede cambiar a lo largo de la vida, a partir de las experiencias; puede ser más baja o alta y puede trabajarse en ella para mejorarla.
La autoestima se construye y redefine constantemente a través de las relaciones con otros significativos y en contextos específicos. La valoración de uno mismo depende de cómo el individuo percibe que es valorado y reconocido en sus interrelaciones con los demás.
Por supuesto, el autoconcepto influye, de manera significativa, en la autoestima, ya que, la manera en la que cada persona se ve a si misma determinará el grado de valoración que cada tiene de sí.
Para ejemplificar:
AUTOCONCEPTO | AUTOESTIMA |
Soy una persona alegre, inteligente, creativa y poco tímida; merezco construirme una buena vida. | Me siento bien conmigo mismo/a y con los otros y puedo aportar con mi contexto relacional de manera positiva; me quiero, acepto y respeto; y, me construyo y transformo con los demás. |

Autoestima alta o baja ¿de qué depende?
La autoestima, al ser la valoración que cada persona hace de sí misma, es un elemento susceptible a cambiar con el tiempo.
A partir de los estudios que se han llevado a cabo a lo largo del tiempo, la psicología ha establecido algunos elementos que van a determinar que la autoestima de cada persona sea más o menos alta. Por supuesto, dependerá de cada caso o situación, de cada historia o contexto; sin embargo, algunos de los elementos a tomar en cuenta para construir una autoestima alta son:
- El contexto familiar y social en el que las personas se desenvuelven a lo largo del tiempo: el medio relacional, social y cultural determina, grandemente, cómo cada persona se siente sobre sí misma. Los mensajes de las redes sociales, por ejemplo, que muestran una manera “correcta” o “incorrecta” de ser (un deber ser), tanto física como emocional y psicológicamente; son espejos en los que las personas se reflejan y se comparan: si no te ves o piensas como deberías verte o pensar (según lo indica la sociedad, la moda o los influencers de turno) te sientes mal, no das la talla o no eres suficiente o, por el contrario, tu autoestima es positiva y alta.
- La salud física y mental: el estado de salud determina, de manera importante, cómo cada persona se siente consigo misma. No es lo mismo estar sano y poder desarrollar las actividades cotidianas de manera ágil y sencilla que sentirse mal físicamente, tener dolores o malestares, que limitan el desenvolvimiento de las tareas cotidianas. De igual forma, y aunque parezca que se es parte de un “bucle”, la salud mental (bienestar emocional) determina de manera significativa cómo cada persona se siente consigo misma.
- La historia y experiencias vitales: las interacciones familiares en la infancia (las relaciones con los padres y cuidadores y el entorno social en el que las personas han crecido) aportan, significativamente, a la conformación de la autoestima y el autoconcepto. Contextos familiares de amor, respeto, cuidado, límites y buen trato durante la infancia y adolescencia, serán aspectos básicos para una autoestima alta, mientras que el maltrato físico y emocional, el abuso o la negligencia aportarán para que las personas tengan ideas y sentimientos negativos hacia sí mismas.
- Las relaciones interpersonales: los vínculos que se van conformando a lo largo de la vida son otro de los aportes para la construcción de la autoestima. El apoyo y la aceptación que las personas puedan experimentar en sus relaciones de amistad, laborales y, sobre todo, en las de pareja, son algunos de los aspectos que más contribuyen a una autoestima alta y consistente.
- Las experiencias vitales: la vida es, para algunos, un cúmulo de experiencias y, sin duda, los resultados de esas experiencias vividas van a contribuir a la conformación de la autoestima a lo largo del tiempo. Los éxitos y los fracasos influyen directamente en cuánto se valoran las personas y determinará, también, cuál será el trato que cada uno se de a sí mismo. Aprender a manejar tanto el éxito como el fracaso es una de las cuestiones que se trabajan en espacios terapéuticos con profesionales psicólogos y psicoterapeutas.

Sugerencias prácticas para mantener una autoestima sana
La vida cotidiana es un reto para todos. El contexto social, económico, familiar o laboral no siempre es el más adecuado para sostener una autoestima positiva y saludable. El constante bombardeo de malas noticias, imprevisión, falta de consistencia e improvisación constante afectan a la valoración que cada uno puede hacer de sí mismo al estar enfrentados a constantes situaciones de las que, muchas veces, no se tienen control.
Sin embargo, le ofrecemos algunas ideas para aportar al fortalecimiento de la autoestima y atravesar la turbulencia de la vida contemporánea.
- Tomar en cuenta el aquí y ahora: vivir teniendo conciencia del presente, disfrutar el momento (incluso si es doloroso) y valorar el día a día como una experiencia nueva que posibilita el conocerse más y valorar las formas en las que se afrontan los retos cotidianos.
- Mirar la vida con humor: el humor no significa burlarse o banalizar, sino que implica mirar los retos cotidianos y a uno mismo de manera creativa y con ligereza. El buen humor mejora la autoestima y contribuye a la construcción de una vida plena para uno mismo y quienes nos rodean.
- Mirarse con compasión: la compasión no es tener pena; significa “estar con”, es decir, acompañar y acompañarse. Mirarse con ojos compasivos y reconocerse como personas vulnerables es básico para bajar el nivel de autoexigencia y perfeccionismo, que son elementos que minan y destruyen la autoestima.
- Reaccionar de manera distinta ante la crítica: la crítica implica el señalamiento de actitudes que pueden parecer (a quien critica) incorrectas o negativas y, lastimosamente, la mayoría de veces quien critica no lo hace de manera asertiva, sino que busca dañar o lastimar. En ese sentido, aprender a reaccionar de manera positiva ante la crítica ayuda a mantener la autoestima alta. Esto significa aprender a diferenciar lo que se dice de la intención con la que se dice y a reconocer que puede haber algo positivo en el señalamiento, que puede ser una oportunidad de aprendizaje.
- Valorar los éxitos cotidianos: los grandes logros se construyen con pequeños éxitos; la sociedad contemporánea, sin embargo, suele valorar el resultado final y no mirar el camino recorrido que es, justamente, lo que va a consolidar la autoestima positiva. Valorar los éxitos cotidianos, lo que sí se hace bien cada día, ayuda a sentirse mejor con uno mismo y sostener la autoestima saludable.
- Incentivar prácticas de autocuidado responsable para respetar las propias necesidades auténticas: poner palabras a los malestares, atravesar los resentimientos y desarrollar un sentido de gratitud y plenitud.
- Promover espacios de reconocimiento: que su valor sea visibilizado y no silenciado por quienes comparten espacios, afectos, proyectos.
- Tener una red de apoyo: facilitar que la persona participe en relaciones y comunidades que validen y reconozcan su valor personal. La familia y los amigos sí son fuente de protección, cuidado y respeto, son una buena red para los momentos en que la autoestima baja. Palabras de afecto y de valoración ayudan a replantearse lo que se puede estar sintiendo sobre uno mismo.
Finalmente, siempre es buena idea acudir a profesionales de psicología y psicoterapia para generar procesos de reflexión y nuevas formas, creativas y positivas, de verse a uno mismo. Voces profesionales que ayuden a ver con respeto, curiosidad, aceptación y amor los retos cotidianos que afectan a la autoestima son parte de las herramientas que se pueden usar para sostener la autoestima positiva y consistente.