Los efectos de las redes sociales

Los efectos de las redes sociales

Los efectos de las redes sociales

Es imposible entender el mundo moderno sin ellas, pero su uso desmedido puede traer efectos perjudiciales en la vida de las personas, como trastornos alimenticios.

El mundo contemporáneo ha permitido que podamos explorar nuevas formas de vinculación entre las personas. La virtualidad, el uso de la Internet y las redes sociales, sin duda, se convierten en contextos privilegiados para explorar nuevas posibilidades relacionales y conocer a personas en otros lugares del globo.

Tanto adultos como niños nos vemos impactados por este fenómeno, gracias a la facilidad de su acceso, a que muchas organizaciones y personas utilizan estas plataformas y que mucha de la información de interés tiene fácil acceso.

Sin embargo, hay algunos aspectos de la vida que se ven aún más afectados por las redes sociales, sobre todo si la persona se encuentra en una situación de mayor vulnerabilidad por temas específicos o por la propia edad.

En esta entrega hablaremos del impacto que las redes sociales tienen en las conductas alimentarias, sobre todo de niños, niñas y adolescentes.



Redes sociales y vida cotidiana

Estas plataformas aparecen para cambiar el mundo de las relaciones entre las personas en los años 70, concretamente en 1971 con la invención del correo electrónico. Posteriormente, la evolución tecnológica y la fuerte demanda de los usuarios, han sido los elementos fundamentales para su evolución rápida y, sobre todo, para que el mundo contemporáneo no pueda entenderse sin tomarlas en cuenta.

Se trata de plataformas digitales en las que personas y comunidades se relacionan a partir de intereses, gustos o actividades específicas. Quizás la idea central de las redes sociales es la de contactarse, interactuar y compartir conocimientos, experiencias y vivencias.

Cada red social tiene, por definición, una funcionalidad mejor y una especificidad que potencia las relaciones interpersonales. Y, por supuesto, tienen una gran ventaja en el mundo relacional: usarlas no está supeditado a compartir un mismo espacio o localidad, sino que su potencialidad radica en que nos dan la sensación de cercanía, aunque geográficamente las personas estén a kilómetros de distancia, a costos relativamente manejables y con una, aparente, disminución de la exposición que implica el contacto cara a cara.

Usuarios de todas las edades tiene acceso a las redes sociales y es innegable que el control que los padres pueden hacer del consumo que de ellas hacen sus hijos es complejo y requiere tiempo, atención y constancia.



Trastornos de la conducta alimentaria

Los trastornos de la conducta alimentaria o TCA han sido estudiados a lo largo de los años por la psicología y la psiquiatría. Se trata de alteraciones, que se sostienen en el tiempo, en el comportamiento relacionado con la ingesta de alimentos, en las formas que las personas tienen de consumir (o no) alimentos. Son catalogados como ‘trastornos’ cuando generan un deterioro significativo en la salud física, emocional y relacional de las personas.

Entre los trastornos más conocidos están la anorexia y la bulimia, aunque existen otros que también son importantes como la obesidad y, especialmente, la obesidad infantil.

En los últimos años, como consecuencia de la pandemia por COVID 19, han cobrado relevancia los estudios alrededor de la influencia de las redes sociales en los comportamientos alimenticios y cómo estos contextos relacionales influyen en su aparecimiento y sostenimiento en el tiempo.

En nuestra experiencia en la consulta terapéutica, hemos constatado que esta relación (trastornos de la alimentación y consumo de redes sociales) tiene un impacto, sobre todo entre niños y jóvenes.

¿Tiempo en redes = trastorno de conducta alimentaria?

La facilidad para el acceso a la información y a los contenidos que otras personas realizan es una de las ventajas más evidentes de las redes sociales. De la misma manera, pareciera que este acercamiento continuo genera la idea, casi siempre falsa, de que conocemos más a la otra persona, lo que abre las posibilidades de identificación con ella, de admiración y de considerarla un referente importante para la propia vida y la toma de decisiones.

Es posible notar esto, por ejemplo, en la moda. Si damos un vistazo a cómo se visten las personas de nuestro alrededor, podremos evidenciar que muchos utilizan los mismos accesorios que los artistas o influencers más reconocidos. 

Si echamos un vistazo a las redes sociales de nuestros hijos e hijas notaremos que repiten formas de hablar, vestirse y pensar de sus artistas o influencers preferidos. En ocasiones, es ahí donde pueden surgir algunos problemas que son tema de consulta terapéutica: la comparación constante entre el niño o joven y esos referentes que encuentran en redes sociales, genera algunos aspectos que afectan su vida: baja autoestima, ansiedad, estrés, depresión y, cada vez más y más constantemente, trastornos de la conducta alimentaria.

A mayor cantidad de tiempo en las redes sociales, es más fácil que los niños y niñas se identifiquen con los mensajes que reciben por este medio; de la misma manera que, el no tener una guía paterna en la utilización de las redes, puede derivar en que se pierda la noción de que lo que se ve en redes sociales no siempre es real o es, solamente, una pequeña parte de la realidad que una persona ha decidido ‘subir’ a sus plataformas.



¿Y qué pueden hacer los padres?

Uno de los rasgos más comunes en las personas que sufren de trastorno de conducta alimentaria es la excesiva importancia que le dan a la aprobación de sí mismos por parte de los otros; el que los amigos o amigas los acepten y acepten su forma de verse y vestirse, comportarse y hablar. Es, por lo general, origen de estrés y presión que conlleva a iniciar procesos psicoemocionales que derivarán en una tergiversación de su autoconcepto y de su autoimagen, que son el inicio de muchos de los TCA.

La ansiedad lleva, en muchos casos, a la ingesta de más comida y el sedentarismo que implica permanecer conectado a las redes sociales, son la combinación perfecta para que se dé la obesidad infantil, la anorexia o la bulimia.

Los padres nos preguntan, con bastante frecuencia, qué pueden hacer para prevenir o apoyar a sus hijos, para evitar o superar los TCA. Algunas de las pautas que compartimos con ellos y ellas son:

• Ayudar a que los hijos tengan un buen uso de redes sociales. No se trata de demonizar o prohibir las redes sociales, sino de acompañar el uso que de ellas hagan los hijos de manera responsable. Para esto es importante transmitirles que:

– Si bien las redes sociales son parte de la vida, no son TODA la vida. Existen otros ámbitos de relacionamiento que son importantes: el colegio, la familia, los clubes o hobbies, etc.

– Se autoriza el uso de redes sociales y su consumo de manera regulada y controlada.

– El contenido que los influencers suben a las redes debe ser consumido de manera inteligente, esto significa, potenciar la mirada crítica de lo que se escucha y se ve.

– Las redes sociales son una fuente de entretenimiento, no la única.

• Incluirse y conocer el contenido que los hijos consumen en las redes sociales. Es decir, interesarse por lo que ellos ven, tratar de comprender (con mente abierta y sin críticas) lo que les llama la atención, para tener claridad de lo que están consumiendo y, a partir de ahí, regular el consumo.

• Hablar abiertamente de los riesgos que implica el consumo de redes sociales.  Ser claros, como padres, en lo que para ustedes está bien que consuman y qué no.

• Prestar atención al estado de ánimo y comentarios luego del uso de las redes sociales. Abrir espacios para escuchar, sin juzgar ni criticar, porque ese tipo de comentarios silencian a los hijos, sobre su sentir y pensar en relación al contenido que está consumiendo en redes sociales. Conocer sus gustos, a las personas que siguen en redes y qué tipo de contenidos publican. Tener una mirada abierta y al mismo tiempo crítica sobre lo que sus hijos prefieren.

• Buscar ayuda profesional. Que significa reconocer que todo ser humano tiene límites y que es de valientes buscar y pedir ayuda profesional. Esto puede hacer una diferencia positiva a favor de quien está vulnerable y merece una red de apoyo a su favor.

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Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa, Ph.D.

Psicólogos Clínicos.
098 706 2628
iryse.org

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