¡Desde Rusia, con amor! Un destilado que deleita y se presta para los cócteles más apetecidos.
Es un licor eternamente popular, con un sinfín de variedades y usos en la coctelería. El vodka es un regalo de los países eslavos para el mundo, que ameniza las reuniones sociales y encanta a quien lo prueba. Sin duda, una de las bebidas infaltables en cualquier bar casero.
Aunque su origen exacto es desconocido, este destilado es asociado principalmente con Rusia, el gigante de Europa del Este. Sin embargo, existen variedades locales en otros países de la región, como Polonia, Finlandia o Suecia, y cada uno elabora este licor a su manera, modificando los ingredientes y grados de alcohol.

Lo más común es hacerlo a base de papas, pero también se emplean cereales como trigo, centeno o maíz en su manufacturación.
Si bien este es un destilado neutro, perfecto para beberse por su cuenta, frío y sin ningún añadido, funciona de maravilla como base para algunos de los cócteles más populares: si le adiciona zumo de naranja obtendrá un destornillador; al colocarle vermouth y hielo estará preparando un vodka Martini, el favorito de James Bond; al combinarlo con triple sec, zumo de arándano y zumo de limón servirá un Cosmopolitan; y con licor de café, hielo y crema de leche, creará un White Russian.

Además, si lo bebe ocasionalmente y en cantidades moderadas, favorece su salud, pues tiene propiedades desinfectantes, es cardiosaludable, alivia el estrés, reduce los síntomas de la artritis y limita el riesgo de contraer diabetes, entre otros beneficios.