Las relaciones de pareja son un universo de diversidades. Cada una es distinta de la otra, pero hay ciertas acciones generales que se pueden tomar para nutrir el amor.
Desde la experiencia en la práctica psicoterapéutica, hemos visto que las parejas son un universo en el que generalizar puede encaminarnos a perder o invisibilizar la riqueza de lo particular. Al mismo tiempo, como en todo lo humano, hay cosas en las que muchas parejas son semejantes, de manera que podemos prevenir o evitar que situaciones desagradables o negativas se instalen en ellas, deteriorándolas.
Solemos escuchar a parejas en la consulta, que nos dicen que la relación se ha complicado demasiado, que no es como antes o que ven que se ha convertido en un lastre o carga pesada, que los ahoga o que no saben cómo lidiar con ella. La rutina, el estrés de la vida cotidiana o simplemente la pereza, generan que se haya perdido el interés en el otro o que nos planteemos cuál es el sentido de permanecer juntos.
Tenemos algunos aspectos que pueden ser útiles para reflexionar alrededor de la pareja, desmitificar el “deber ser” que la cultura nos impone sobre cómo sostener el amor, cuidar y nutrir la relación de pareja, de manera que construyamos hábitos relacionales saludables para ambos.
El contexto de la relación: el respeto y la aceptación
Respetar implica reconocer la diferencia del otro y valorarla. Es justamente porque no somos iguales, aunque tengamos cosas en común, que tiene sentido estar juntos, porque uno aporta al otro algo distinto. La aceptación, además, implica no querer cambiar al otro para que sea como uno mismo, sino reconocer la importancia de que sea como quiera ser, contribuir para que sus proyectos se concreten y se realice como persona. Esto promoverá un contexto relacional nutritivo, positivo, creativo y consistente para la pareja.
El principio fundamental de la relación: la libertad
Nuestra cultura nos ha enseñado que amar y poseer son sinónimos. La idea de que las personas que amamos (pareja, hijos, padres) son “nuestros” determina cómo nos relacionamos con ellos. Frente a la posesión está la libertad como principio del amor. Reconocer que su pareja no está obligada a amarle y que es libre de decidir, que le escogió libremente y que puede escoger terminar con la relación implica reconocer que el otro tiene derecho a decidir sobre su propia vida, independientemente.
Ser pareja no significa encubrir o ser cómplices de relaciones sin reciprocidad y que hagan sentir alegres a cada uno; que sean parasitarias, abusivas o de pérdida de un sentido autónomo e independiente de ser en la vida. Tener la libertad como principio implica reconocer la propia necesidad de intimidad y de que vivir en pareja es una elección, no una imposición. Por ello, el otro no es el centro de mi vida sino un compañero/a de camino que elijo y me elige.
El camino de la relación: la comunicación
El diálogo es la forma de sostener la relación de pareja saludable. Expresar adecuadamente nuestros sentimientos, emociones, ideas y necesidades ayuda a que el otro pueda comprometerse (si quiere) a construir bienestar y fortalecer la unión. Un canal abierto al diálogo convierte los desacuerdos o desencuentros en situaciones constructivas que ayudan a la pareja a “ponerse al día” con los cambios que cada uno va experimentando y, al mismo tiempo, facilita el espacio para el aparecimiento de ideas creativas y acciones concretas para mantener el interés, la conexión y el amor.
El alimento de la relación: los detalles y la sexualidad
Muchas veces la vida en pareja, sobre todo cuando ya han pasado algunos años, se contamina con la rutina cotidiana y se pierden de vista esas pequeñas cosas que hacían sentir al otro que era importante. Observar detenidamente los cambios que cada uno experimenta, por el solo hecho de que el tiempo pasa, y preguntar sobre lo que ahora le es importante es un buen inicio para hacer pequeñas cosas (detalles) que hacen feliz al otro y alimentan la relación.
De la misma manera, una vida sexual respetuosa y creativa está en la esencia de lo que mantiene saludables a las parejas. Ser pareja implica sostener creativamente el deseo del otro por uno mismo y viceversa. Jugar y explorar (siempre y cuando haya consentimiento de los dos) está permitido para que la intimidad se viva como un espacio de gozo, con curiosidad y respeto.
La sostenibilidad de la pareja: un equipo que concreta proyectos compartidos
Una pareja se conforma de dos personas con experiencias, pensamientos y aprendizajes distintos que tienen perspectivas diferentes sobre lo que quieren para ellos, para su vida, y que libremente deciden construir algo en conjunto. Un proyecto en pareja, que incluya las visiones y perspectivas distintas es una motivación que facilitará la sostenibilidad de esa unión. Es importante recordar que el proyecto de pareja debe actualizarse. No será lo mismo un proyecto de una pareja que recién comienza, con ideas y necesidades específicas, que el otro de una pareja que ya lleva años compartiendo la vida. Mirarse como un equipo que planifica -y concreta- ideas compartidas sostiene (y, hace posible su evolución) en el tiempo las relaciones de amor.