lunes 17 de junio de 2024

Una etapa de transformación

Una etapa de transformación

Una etapa de transformación

La pérdida del útero puede tener efectos significativos en la mujer, pero puede ser también una oportunidad para redefinir su feminidad.

Nuestro cuerpo nos representa. Es el vehículo que tenemos para relacionarnos con el mundo natural y artificial y, además, el medio para relacionarnos con los demás. Es parte fundamental de nuestra identidad y el lugar donde se instala lo simbólico cultural sobre lo que implica ser mujer y hombre en cada sociedad.

Aunque lo femenino y lo masculino, como concepción, cambia según la época y los desarrollos en cuanto a derechos humanos y equidad, no cabe duda que en nuestra cultura ecuatoriana mucho de lo que es considerado ‘femenino’ está atravesado por la capacidad natural de la maternidad.

En ese contexto, una histerectomía (operación de extracción del útero) no solamente es una cirugía que llevará a mejorar la salud o la calidad de vida, sino que implica un profundo proceso psicológico emocional que muchas mujeres deben atravesar y que traerá consecuencias que se deben tomar en cuenta para sobrellevar los cambios y tener una buena calidad de vida.

¿Ser mujer es ser madre?



La cultura, tradiciones y maneras de pensar marcan cómo se vive la feminidad. Existen dos niveles que determinan, en nuestro cuerpo, lo femenino: en el nivel externo está el pecho y en el nivel interno, el útero es el órgano que ubica el rol de ser madre.

Frente a una extracción quirúrgica del útero, los primeros cuestionamientos que la mayoría de las mujeres se hacen giran en torno a la posibilidad y capacidad de ser madres, independientemente de que no sea una opción que se hayan propuesto para un escenario inmediato o que lo hayan sido con anterioridad.

La extirpación del útero, para muchas, significaría perder la característica fundamental y sentido de ser mujer al no poder ser madre.

En la práctica de la psicológica clínica hemos podido acompañar a mujeres en el camino para resignificar su feminidad luego de una histerectomía, reconociendo que, si bien es una pérdida importante, el ser mujer no tiene por qué estar fusionado con la maternidad. Las posibilidades de desarrollo, crecimiento y trascendencia se diversifican y se expanden en múltiples direcciones, dependiendo de las propias elecciones que cada una haga.

Efectos psicológicos de la histerectomía. ¿Qué hacer?



Toda intervención quirúrgica, por más pequeña que sea, va a impactar de alguna manera en la psiquis de las personas. Una histerectomía requiere el apoyo emocional desde el momento en que se notifica a la persona que es necesario hacer esta cirugía, hasta que se dé el período de recuperación.

En el período preoperatorio los miedos más comunes giran en torno a los efectos de la anestesia, la incertidumbre de lo que pasará en el quirófano y la pérdida de control que implica estar inconsciente, en manos de un facultativo y el miedo a las alteraciones corporales que podrían derivarse de la cirugía.

Un diálogo profundo con el médico, una visita acompañada de la pareja o la familia que permita al doctor resolver todas las preguntas y dudas que existan y conocer, a detalle, en qué consiste la cirugía, pueden ser acciones que apoyen a disminuir los temores. Al mismo tiempo, bajan los niveles de estrés, de manera que estos no afectan el resultado del procedimiento.

En el período postoperatorio, los efectos emocionales pueden variar dependiendo de las reacciones corporales a la intervención y los medicamentos administrados durante la cirugía.

Son comunes, por ejemplo, momentos de irritabilidad, confusión y ansiedad en los que el acompañamiento que realicen médicos y enfermeras será importante para apoyar a la paciente en su retorno a la conciencia luego de la anestesia. El manejo adecuado del dolor que experimenten se convierte en una de las piezas clave para una recuperación emocional y las palabras claras, concretas y tranquilizadoras del médico, tanto para la paciente como para la familia, son fundamentales en este momento.

Varios son los elementos que permitirán que los efectos emocionales de una cirugía de extracción de útero sean manejados de manera positiva: las propias características emocionales y cómo son manejadas las emociones por cada persona; el significado que la mujer le dé a la cirugía y sus efectos en su propio cuerpo; el período de la vida en el que esté y, muy importante, el apoyo y red relacional con la que cuente para acompañarla en este proceso.

Algunos de los síntomas más comunes, desde la perspectiva emocional, que trae la histerectomía son: depresión, baja del deseo sexual, ansiedad y una percepción corporal negativa.

Sin embargo, en investigaciones recientes con mujeres sometidas a esta cirugía a causa de diagnósticos oncológicos, se han visto otro tipo de manifestaciones: mejoría en el estado de ánimo, mayor deseo sexual, mejora en la percepción de su calidad de vida y mayor apertura a las expectativas de futuro.

Atravesar el duelo



Como toda pérdida, la extracción quirúrgica del útero desencadenará en dolor que estará en relación con las implicaciones e importancia que cada persona le dé a este órgano. El proceso del duelo implica el reconocimiento y la conciencia de que el cuerpo no es el mismo y la aceptación de este cambio y sus consecuencias.

El duelo permite lo que los psicólogos llamamos la “elaboración de la pérdida”, es decir, el procesamiento emocional de lo que tuvimos y ya no tenemos y las repercusiones que eso tiene en la vida presente y futura.

Es común que todas las mujeres, incluso las que no han tenido hijos por elección propia, experimenten un proceso de duelo por la maternidad que no podrá realizarse. Este proceso repercute grandemente en las relaciones que se entablan con otras mujeres y en los contextos familiares y sociales en las que ellas se desenvuelven.

Vivir el duelo habla de la capacidad que tenemos, como seres humanos, de sanar y requiere que cada persona se dé el tiempo para poder atravesarlo, en cada una de sus fases, con intensidad y plenitud. Un duelo positivo es un duelo que está acompañado por quienes reconocen que la pérdida individual es importante y respetan y honran el dolor por el que la persona está atravesando. Un duelo positivo termina, con la aceptación de la nueva situación, con el reconocimiento del dolor propio y la voluntad y decisión de seguir adelante siendo igual y, al mismo tiempo, siendo distintas a quienes éramos.

Nuevas perspectivas



Luego de atravesado el duelo por una histerectomía, los testimonios de muchas mujeres en consulta clínica hablan de una transformación en su concepto de la feminidad. Se sienten plenas, no ya por su capacidad de ser madres, sino por el aporte que puedan dar a sus contextos relacionales. Por la posición y mirada, distinta, con la que ven el mundo y a las otras mujeres y por el reconocimiento personal y de su entorno de lo que valen por ser ellas mismas.

Las posibilidades de concretar sus metas y sueños, como mujeres, no están circunscritos al órgano reproductor femenino y a la posibilidad de ser madre. Ser mujer va más allá. Tiene que ver con ser una persona con derecho a realizarse, ser autónoma y genuina. Disfrutar y gozar de amar y ser amada; de ser libre, aceptarse y transformarse.

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Maritza Crespo y Diego Tapia F.

Psicólogos Clínicos
098 706 2628

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