Es un manjar de gran sabor y carácter, por lo que le presentamos cuatro variedades autóctonas de nuestro país.
Quienes valoran una buena alimentación siempre tendrán alguna variedad de queso en su refrigerador. Este es un alimento al que le puede dar diversidad de usos, desde un sándwich en la mañana, hasta un spaghetti en la noche. Además, también puede acompañarse de jamón y vino para una agradable velada.
El queso tiene tantas aplicaciones como variedades, basadas en sus técnicas de elaboración. A continuación, le presentamos cuatro de los quesos autóctonos de nuestro país y los usos más comunes de cada uno. Sin duda, degustarlos es un placer para los sentidos.
Queso fresco. Es uno de los más usados en locros, caldos y cremas, debido a que es difícil de derretir. También es común en empanadas de viento o para comer con un delicioso dulce de higo. Este queso se obtiene de la cuajada de la leche y se caracteriza porque no lleva un proceso de maduración. Es blando, con un sabor relativamente neutro, aunque se le suele añadir sal.
Quesillo. Uno de los dulces más queridos de la cultura ecuatoriana es el quesillo, un exquisito postre conformado por quesillo artesanal, de ahí su nombre, usualmente acompañado de miel o mermelada. Tiene una preparación que comienza con el tratamiento de la cuajada de la leche y su deshidratación. Es bajo en grasas, ideal para servir como complemento de dulces tras una cena en familia.
Queso andino. Es compacto, amarillo y ligeramente salado. De textura suave y elástica, comúnmente empleado para desayunos con tostadas y miel. También puede disfrutarse solo a modo de picadas con mermeladas, jamones y vinos tintos. El queso andino lleva un proceso de maduración el cual intensifica sus sabores, por lo que es común encontrarlo también en ensaladas, pizzas y deliciosos pinchos.
Queso tierno. Se obtiene a partir de la leche pasteurizada, que luego pasa a ser cuajada para posteriormente madurarse por casi un mes. Es un queso con gran consistencia y cremosidad. Es ideal para complementar platos de pasta y algunas ensaladas, pero también suele comerse con tomates y frutos secos, como nueces y almendras. Todo acompañado de aceite de oliva para resaltar sus sabores.