Si un bebé o un perro se va a integrar a su familia, existen cosas que necesita saber para que su relación sea más llevadera.
Probablemente hay pocas cosas más tiernas que ver a un niño y un cachorro juntos. Como los adultos de la casa, es nuestro trabajo velar porque se lleven bien y exista un respeto mutuo entre ambos. La buena convivencia entre los más mimados de la casa es indispensable, puesto que trae beneficios para ambas partes. Por un lado, el cachorro tendrá una mejor infancia y calidad de vida. Por otro lado, se ha comprobado que los niños que interactúan desde temprana edad con perros, suelen desarrollar mejores habilidades sociales, que les permiten ser más empáticos y tener más sentido de responsabilidad.
De esta manera, para asegurar que la relación entre niños y perros resulte positiva, se deben establecer reglas claras, que orienten su interacción de la mejor manera. Para establecer las pautas de comportamiento y construir dicha relación, una de las cosas más importantes es observar muy bien y prestar especial atención al lenguaje corporal, ya que esta será la mayor fuente de comunicación entre perros y niños. Se debe ayudar al pequeño a “leer” lo que quiere decir su mascota. Enseñarle lo que significan ciertos gestos o sonidos para que, en el futuro, el niño respete el espacio y los límites de su mascota.
Por ejemplo, suele ser signo de alegría cuando los perros agitan la cola y su cuerpo con entusiasmo. Por otro lado, gestos como las orejas para atrás, significa que el animal está mostrando sumisión, si su cola está erecta y muy quieta, quiere decir que se encuentra tensionado y, probablemente no sea buena idea molestarlo en esos momentos.
Así, hay varias claves que podemos poner en práctica para mejorar la relación entre los más pequeños y los peluditos de la casa. Estos cinco consejos puntuales le ayudarán a llevarlo a cabo:
• El respeto del espacio es indispensable. Aquí, los padres juegan un rol esencial para enseñar al niño que los perros no son juguetes, sino seres vivos que también tienen sentimientos y se merecen respeto. La infancia es, quizás, la etapa en la que el ser humano absorbe a mayor velocidad la mayor cantidad de información posible. Por ello, se debe alertar al niño a respetar al perro cuando se encuentra durmiendo, comiendo, haciendo sus necesidades, o cuando simplemente necesita tranquilidad. De la misma manera, desde cachorro, se debe entrenar al perro para respetar los espacios de sus dueños. Esta es una buena oportunidad para incluir a los niños en las sesiones de entrenamiento, y marcar autoridad frente al can.
• Planificar bien la adopción del can. Si se encuentra en el proceso de búsqueda de un peludo, lo mejor que puede hacer es averiguar qué razas son las más adecuadas para la convivencia con los niños. Por ejemplo, los chihuahuas nunca serán considerados como una de ellos, por factores como su agresividad e hiperactividad natural. Además, suelen ser posesivos y no les agrada mucho el juego. Por otro lado, perros como los golden retriever suelen ser excelentes para los más pequeños debido a su alto nivel de sociabilidad, el hecho de que son animales bastante delicados en general y que, además, les encanta jugar con sus dueños.
• Enseñar sobre el cuidado del can. Es importante hacer que el niño comprenda que el perro, como un ser vivo, requiere de cuidados y de una rutina bien establecida. Por ello, es recomendable asignar tareas diarias. Esto podría incluir el paseo, la alimentación, el juego, etc. De esta manera, no solo se enseña al niño la importancia del cuidado de su mejor amigo, sino también al perro la confianza que puede tener en él. Esto ayudará a establecer lazos más profundos entre ambos.
• Preparar al perro para los sonidos nuevos. En caso de que un bebé esté por llegar a casa, es importante que el can esté bien asociado con sonidos como el llanto. Esto lo puede hacer reproduciendo videos en la Internet. Sin embargo, aún si prepara al can, este se va a sentir un poco estresado cuando el nuevo integrante de la familia llegue a casa. En este caso, lo mejor que se puede hacer es que el perro asocie estos nuevos estímulos con algo positivo. Por ejemplo, se podría dar un premio cuando el niño esté llorando, de esta manera, se le enseñará que puede esperar cosas buenas con ese sonido.
• Nuevos trucos para una mejor convivencia. Especialmente con los niños más pequeños, es posible que haya momentos en los que el perro definitivamente no puede molestar. Por ejemplo, cuando el niño está aprendiendo a gatear o caminar. En estos casos, lo ideal es enseñar al can nuevos “trucos” incluso antes de que el niño necesite su espacio. Comandos como “fuera” o lanzar un premio lejos y tenerlo listo y bien adiestrado para cuando sea necesario. Otra ocasión en la que se puede necesitar un truco así es cuando el niño crece lo suficiente para manipular al can. A edades muy tempranas, los niños suelen ser bastante bruscos y pueden jalar el pelo, las orejas o la cola. Es así que el adulto debe prevenir estos casos e ir acostumbrando al perro.
Se puede iniciar este tipo de interacciones más bruscas a modo de entrenamiento, e inmediatamente darle el premio que más le guste al can. Así, después de algún tiempo realizándolo a diario, el perro tendrá una reacción más llevadera una vez que el niño crezca un poco. La idea es que el adulto vaya identificando estos espacios en los que, tanto el perro como el niño necesitan privacidad e ir enseñándoles a ambos cómo comportarse frente al otro.
TEXTO Y FOTOS EN COLABORACIÓN CON ALKU PETS