No solo juega un papel fundamental al aumentar o perder peso, es el motor que controla todo el cuerpo.
En las conversaciones casuales, el metabolismo suele ser el culpable del aumento de peso de algunas personas. Con frecuencia escuchamos: “lo que pasa es que tengo el metabolismo lento”. Revisemos qué tan cierta es esta afirmación y cómo funciona este proceso.
Para empezar, definiremos al metabolismo como la suma de todos los sistemas físicos y químicos que actúan en nuestro cuerpo, específicamente en las células, que son las encargadas de convertir los nutrientes de los alimentos en la energía que el cuerpo necesita para cumplir funciones vitales como: respirar, circular la sangre, digerir y mantener la temperatura corporal, entre otras. Además, provee la energía para realizar las actividades diarias y físicas.
La velocidad y el sentido en que se producen los procesos metabólicos están regulados por distintas hormonas. Por ello, el metabolismo de cada persona es diferente y en su funcionamiento influyen factores como: la edad, sexo, altura, nutrición y enfermedades.
Otro factor determinante en el funcionamiento de este proceso es la salud física. El ejercicio incrementa la tasa metabólica. Por ejemplo, al trotar, la tasa metabólica se incrementa ocho veces con relación al estado de reposo.
El metabolismo se acelerará de acuerdo a la actividad física que se realice. Las personas con buena aptitud física pueden aumentarlo de 12 a 15 veces y los beneficios de tener un metabolismo acelerado radican en procesar la comida más rápido, no convertirla en grasa y tener más energía.
Acelerar su metabolismo es tan sencillo como comer bien y mantenerse activo.
Cuando hablamos de metabolismo ‘rápido’ o ‘lento’ nos referimos a la velocidad con la que nuestro cuerpo realiza sus funciones. Mientras más rápido es el metabolismo, tiene la capacidad de gastar más calorías, incluso cuando no estamos realizando actividad física. Este proceso es conocido como metabolismo basal. Esto es la energía que nuestro cuerpo consume diariamente para funcionar, sin ningún tipo de actividad adicional.
Si bien, contar con un metabolismo ‘rápido’ es un factor que determina la genética, éste se puede acelerar si se implementan los siguientes hábitos nutricionales:
El organismo necesita alimentos para empezar a funcionar. En el desayuno es primordial consumir lácteos, cereales y frutas. También puede añadir semillas como linaza y chía. En caso de tener gran actividad física, aumente proteínas como jamón o huevo.
Es recomendable ingerir al menos cinco comidas saludables al día. Esta frecuencia asegura una combustión continua, lo que incrementa el gasto calórico, manteniendo un metabolismo alto.
Las proteínas sirven para formar músculos y acelerar el metabolismo. Procure que en su dieta prime la carne, pescado, legumbres y frutos secos.
Evite azúcares que están camufladas en los alimentos procesados. Puede endulzar sus comidas con canela o estevia.
Condimentos como la pimienta, el ají o el pimentón contienen un quemador de grasas natural, que provoca mayor gasto energético.