Descubra la riqueza de este producto y prepárese para disfrutar una deliciosa taza de café.
Hoy en día, el café es uno de los productos más consumidos en el mundo. Diversos estudios indican que al menos el 80 % de la población adulta incorpora café en alguna bebida o preparación. Al ser tan popular, no es de extrañar que su producción agrícola siga en aumento.
El café se produce en más de 80 países, entre ellos Ecuador. Desde hace décadas, este producto ha tenido gran relevancia e impacto económico para el país, con varias regiones que destacan entre las principales productoras.

Distintas provincias con sabores únicos
- Manabí, Loja, Pichincha e Imbabura: producen el 55 % de café arábigo, un tipo de especialidad más aromático, destinado a la elaboración de café molido para cafeterías, bares y restaurantes.
- Orellana y Sucumbíos: producen el 45 % de café robusta, variedad de mayor concentración, destinada a la producción de café soluble e instantáneo.
Características del café de origen
- Presenta un sabor distintivo dependiendo de la región de cultivo.
- Su proceso es artesanal, desde el cultivo y la recolección manual, hasta el tostado (con un propósito definido), el molido y la venta.
- Ofrece una frescura única, determinada por el tostado y el almacenamiento. Molido, se recomienda consumirlo en un plazo de dos a tres meses.
- Su sabor no solo depende de la región, sino también del tipo, el suelo, el clima y el entorno donde crece. El aroma suele ser intenso y, según el tipo y el método de extracción, puede percibirse floral, frutal, especiado, achocolatado, entre otros.
Dato curioso: En la antigüedad, el café se consideraba una panacea, es decir, no solo alimentaba el cuerpo, también alimentaba el alma.

¡Consejos para disfrutarlo al máximo!
- El café molido empieza a perder frescura y aroma entre 15 a 20 minutos después de molerlo. Lo ideal es molerlo antes de prepararlo.
- Para evaluar la calidad del café, el olfato y la vista son claves. Debe oler fresco y natural; si percibe un aroma rancio es mala señal.
- Para conservar su sabor, manténgalo alejado de la humedad, la luz y el oxígeno. Guárdelo bien sellado en un lugar fresco, seco, oscuro y lejos de aromas intensos. Recuerde: el café puede absorber aromas y sabores de su entorno.
- Los granos de especialidad se seleccionan con cuidado, por lo que suelen ser, en su mayoría, uniformes, sin grietas ni roturas o diferencias entre granos. Si observa granos más brillantes que otros, probablemente hubo un exceso de tueste y lo que brilla son aceites. Si es café molido, asegúrese de que no hayan pasado más de tres meses desde que se molió.
- Un buen café caliente debe sentirse con cuerpo, ligeramente sedoso y aterciopelado. En cambio, uno de mala calidad se reconoce desde el primer aroma a humedad, rancidez, quemado o tierra.
- Un café de calidad mantiene el balance entre acidez, dulzor y amargor. Antes de beberlo, perciba su aroma para preparar el paladar y la mente.