Su amigo el cepillo. Un acto tan simple como enjuagar su cepillo de dientes antes y después de usarlo hace una gran diferencia. Si ignora este paso, estará invitando a que nuevas bacterias se queden en su boca en lugar de eliminarlas. Asimismo, es imprescindible que cambie su cepillo cada tres meses como mínimo

La técnica correcta. Cepillar sus dientes en exceso puede ser contraproducente. Hacerlo secará su boca, generando un ambiente perfecto para las bacterias que causan el mal aliento. Además, si los cepilla de forma agresiva, puede generar problemas en sus encías y esmalte, desembocando en complicaciones más graves que también perjudican al aliento. Lavar sus dientes tres veces al día es lo óptimo.

El hilo dental. Su uso es de suma importancia, ya que elimina residuos de comida que se quedan entre los dientes y la placa, que terminan provocando olores desagradables y puede causar infecciones en las encías. Pasarlo a diario, de preferencia antes de dormir, es lo recomendable.

Visite al profesional. Asista al dentista al menos dos veces al año para realizar una limpieza profunda. Esto reducirá los riesgos de tener mal aliento, pues hay áreas en la boca en las que las bacterias que causan el mal aliento se pueden acumular y no es posible removerlas con hilo dental o al cepillarse. El profesional cuenta con las herramientas adecuadas para eliminarlas.

Buenos complementos. Además del dentífrico, enjuague e hilo dental, hay otros productos que ayudan conservar el aliento fresco. Un espray de menta que se aplica directo a la boca es un implemento conveniente, así como lo son las láminas que eliminan el 99% de las bacterias y se disuelven instantáneamente cuando las consume.