viernes 26 de julio de 2024

La diferenciación entre género, sexo y sexualidad.

La diferenciación entre género, sexo y sexualidad.

La diferenciación entre género, sexo y sexualidad.

Es importante entender estos conceptos y distinguirlos, si se quiere vivir una intimidad sana y responsable.

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Revista Maxi, en colaboración con Five, presenta esta sección especial de sexualidad responsable, que pretende educar y fomentar el bienestar, tanto de mujeres como de hombres, en relación a su sexualidad. Comparta estos contenidos elaborados por dos expertos en el tema y úselos como una guía para usted y su familia.

La palabra sexo, a lo largo del tiempo, ha estado marcada por prejuicios, criterios moralistas y la mala información. Hablar de sexualidad, poco a poco, se va convirtiendo en una práctica más común en sociedades como la nuestra. Sin embargo, todavía hay contextos, familiares, educativos y sociales, en los que hablar de sexo es considerado como malo o muestra de mala educación.

En temas como la sexualidad y el sexo mucha información, o información al alcance de todos, no es sinónimo de claridad, transparencia o profundidad. Más bien, al contrario, es común ver que, aunque circulan muchos datos, la sexualidad no es entendida con la claridad y profundidad que un tema tan importante para el ser humano requiere. La mala información, el mal entendido, la confusión y el prejuicio abundan y, en muchos casos, esto genera un contexto en que el abuso e irrespeto puede convertirse en la forma de relacionarse.

En este artículo abordaremos algunos conceptos clave para hablar de sexualidad de una manera responsable, clara, directa y con sentido, para contribuir, también de esta manera, a que nuestros lectores vivan una sexualidad saludable, responsable, comprometida y plena.

Conceptos clave

Hay algunas ideas que suelen ser confundidas cuando se habla de sexualidad y que, teniendo en cuenta que las palabras construyen nuestras realidades, pueden marcar comportamientos y prejuicios que pueden generar que no vivamos nuestra sexualidad de la manera que queremos y que es saludable.

Si buscamos en la Internet la palabra sexo, encontraremos más de 704 millones de entradas. Ese único dato ya nos muestra cómo esta palabra puede ser utilizada, comprendida y vivida, pero también, la curiosidad y la confusión que acarrea.

Desde una perspectiva biológica, el sexo en los seres humanos es un conjunto de características que tienen los individuos que permiten ubicar si son masculinos o femeninos.  Estas características, biológicamente hablando, permiten la reproducción que se caracteriza por una diversificación genética.

En ese sentido, el sexo biológico se manifiesta de tres formas:

hembra

• Hembra: se define como hembra la persona que nació con los cromosomas XX y el aparato reproductivo femenino (ovarios y genitales femeninos).

macho

• Macho: la persona que nació con los cromosomas XY y tiene el aparato reproductivo masculino.

intersexual

• Intersexual: antes conocida como hermafrodismo. Una combinación de ambos sexos. Es una condición natural dónde una persona presenta una discrepancia entre su sexo cromosómico (XX/XY), sus genitales y gónadas (ovarios y testículos), presentando características de ambos sexos.

La diferenciación sexual se da, entonces, desde el momento de la gestación y está determinada por la genética biológica (los cromosomas X y Y) y hormonal (la testosterona), en una lógica binaria (macho/hembra) que ha determinado las ideas de la sexualidad en la historia de la humanidad.  De esta manera, todo lo que sale de esa lógica binaria es considerado “anormal”, “raro”, etc.

El género, en cambio, es la forma en la que la sociedad y la cultura determinan cómo deben actuar, sentir, pensar y ser las mujeres (niñas) y los hombres (niños). En ese sentido, nuestra sociedad, por ejemplo, puede determinar que las mujeres deben ser menos activas sexualmente en comparación con los hombres, o que una mujer que disfruta de tener placer sexual es promiscua, mientras que la misma conducta en un hombre lo hace más masculino.

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La forma en la que cada persona se viste, por ejemplo, habla o se relaciona con los otros se denomina expresión de género y, en muchos casos, la expresión de género se relaciona directamente con la identidad de género o sexual que es la conciencia psicológica o emocional sobre nuestro propio género.  Actualmente, la sociedad se está abriendo a distintas expresiones e identidades de género y está comenzando a aceptar las variedades de género que se denominan “transgenerismo” y que implican la “no conformidad” entre el sexo biológico de la persona y la identidad de género que esa persona tiene. 

Finalmente, la orientación sexual está más relacionada con los gustos o atracción que una persona siente hacia otra en relación al género o sexo.  A lo largo de la historia de la humanidad han existido distintas orientaciones sexuales, sin embargo, los prejuicios y estereotipos de género han llevado a que la sociedad considere algunas como negativas o tabú.

Entre las principales orientaciones sexuales están: la heterosexualidad que es el gusto o deseo por personas del otro género; la homosexualidad, que es el deseo por personas de su mismo género; la bisexualidad que es el gusto o atracción, hacia personas del mismo género o del otro; la pansexualidad que es la atracción sexual por cualquier persona independientemente de su género y, la asexualidad, la falta parcial o total de algún tipo de orientación sexual.

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Los roles y estereotipos de género

Los roles de género son las normas o expectativas que la cultura define para el comportamiento de los hombres o las mujeres en dicha cultura y están estrechamente ligados a los estereotipos de género, que son la generalización acerca del comportamiento de un grupo de personas en relación a otro grupo de personas (hombres en relación a mujeres).  En la cultura occidental, la heterosexualidad es uno de los roles de género más evidentes: se espera que las mujeres femeninas sean sexualmente atractivas para los hombres y que, a ellas les atraigan ellos.

En cuanto a los estereotipos, también están marcados por la cultura y la tradición y son muy variados. Se trata de ideas convencionales, fijas, sobre las mujeres o los hombres.

Algunos de los estereotipos de género más comunes en nuestra cultura son:

Los varones (hombres o niños) son:Las mujeres (o niñas) son:
InteligentesSensibles
Orientados al logroSociables
AtléticosDulces
TrabajadoresCuidadoras
PromiscuosFieles
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Diferencias de género en cuanto a la sexualidad

Desde la perspectiva psicológica, podemos decir que existen diferencias entre hombres y mujeres, aunque son mínimas, en algunos aspectos de la sexualidad, por ejemplo: masturbación, actitudes hacia el sexo informal, el orgasmo y el impulso sexual. Sin embargo, existen más similitudes que diferencias, por ejemplo, en la fisiología de la respuesta sexual (cómo nuestro cuerpo responde a estímulos sexuales) y en los temas emocionales relacionados con la construcción de la intimidad.

En el tema de la masturbación las diferencias son pocas, aunque las investigaciones demuestran que los hombres aceptan más fácilmente esta necesidad que las mujeres. Esto puede deberse a que, todavía en nuestras culturas, la masturbación es considerada un tabú y un acto negativo o pecaminoso.

Las actitudes frente al sexo informal o fuera del matrimonio también varían. En general, los hombres aceptan más fácilmente y como positivas las experiencias sexuales premaritales que las mujeres; sobre todo porque para ellas suele ser necesaria la construcción de un vínculo (con la presencia del compromiso con el otro), para que el coito sea posible y placentero. El hombre, en cambio, se centra más en el resultado: la consecución de un orgasmo.

La consecución del orgasmo también es distinta entre hombres y mujeres. Los hombres suelen alcanzar más fácilmente el orgasmo, de hecho, casi siempre, durante el coito, mientras que para las mujeres es más difícil. Este fenómeno sucede, incluso, durante la masturbación.

Finalmente, también en cuanto al impulso sexual hay algunas diferencias. En general las investigaciones reportan que los hombres tienen mayor interés por el sexo, tienen más fantasías, suelen desear más parejas sexuales y tienen más experiencias sexuales (coito) en su vida que las mujeres. Sin embargo, en investigaciones con parejas heterosexuales formalmente constituidas, es habitual encontrar que las mujeres sienten más deseos sexuales que los esposos.

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Hay algunos factores que podrían explicar estas diferencias:

El factor biológico anatómico puede ser una de las razones de estas referencias. Los órganos genitales masculinos son evidentes y llaman la curiosidad de los hombres desde que son niños.  Para las niñas, en cambio, la cultura y los prejuicios ha vedado su autoexploración y conocimiento, evitando el acceso al placer sexual.

El factor cultural es preponderante al momento de explicar las diferencias frente a la sexualidad entre hombres y mujeres.  La misma conducta sexual realizada por un hombre será evaluada o calificada de manera distinta que si la realiza una mujer. Un ejemplo de esto es la mirada cultural frente al sexo premarital, que es socialmente aceptado para el hombre, mientras que la sociedad todavía espera, como un mandato cultural, que la mujer llegue “virgen” al matrimonio. Es decir, que no haya tenido sexo previamente.

Un hecho positivo es que conforme la sociedad cambia, también estas concepciones culturales hacia la sexualidad de hombres y mujeres se van modificando. El mayor acceso a información y educación sexual posibilita que las brechas de género, al menos en estos aspectos, disminuyan.

Finalmente, hay otros factores que pueden determinar alguna diferencia, entre ellos el que las mujeres se pueden quedar embarazadas y los hombres no, lo que, en muchos casos, es un limitante para que ellas puedan llegar a tener una vida sexual activa y placentera. El uso de anticonceptivos todavía está generalizado para las mujeres y las especificidades de cada organismo hacen que haya variabilidad en cuanto a su uso y efectos secundarios. En cambio, la vasectomía, que es un método anticonceptivo eficaz para el hombre, sigue sin ser suficientemente popularizado y está rodeado de ideas erróneas y mitos sobre la impotencia y rendimiento sexual.

De la misma manera, existen muchas ideas equivocadas sobre el orgasmo femenino que han surgido del desconocimiento y el prejuicio cultural, que han podido impactar en la diferencia en cuanto a la consecución del orgasmo entre hombres y mujeres.

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Perspectiva relacional para construir conjuntamente intimidad sexual

Hay que aprender a ser uno mismo antes de ser pareja y aprender a ser con el otro en la construcción de un proyecto de vida y en la consolidación y desarrollo de una conexión íntima. Necesitamos simultáneamente mantener nuestra individualidad y aceptar al otro con sus debilidades y virtudes.

Ningún ser humano puede satisfacer todas las necesidades de otra persona. Esto es idealizar las relaciones y crea dependencia, tiranizando la vida de la pareja. Es importante tener espacio para uno mismo, sin desconectarse de la relación. Y en esto pueden ayudar el trabajo, la familia y los amigos. Esto hace posible aportar constructivamente a la pareja. No es una amenaza a la pareja, es un enriquecimiento de uno con el otro y con la relación. Este nosotros relacional, da confianza y seguridad para la intimidad.

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El aporte positivo de otras relaciones generativas y positivas, llevadas con la responsabilidad y los límites que protegen a todos los participantes y preservan a la propia pareja, son útiles para complementar nuestra relación de pareja. Actuando así, desenvolviéndonos con una ética relacional, reconociendo y potenciando nuestros recursos y fortalezas, la pareja puede crecer en alegría y libertad.

Se necesita tener consciencia que cada uno es responsable de la propia autorrealización. Al regresar cada vez a la pareja, contando, compartiendo, los aportes enriquecedores de las otras relaciones (que no son de pareja, y no tienen connotaciones ni románticas ni eróticas), con la riqueza de esos otros mundos, la pareja crece y se consolida, Es oxigeno que nutre a la pareja. En nuestra consulta terapéutica, podemos evidenciar que cuando hay afecto real y auténtico, no existe miedo, ni necesidad de abusar del tener poder, porque la pareja crece conjuntamente, ninguno se siente amenazado ni excluido. Son copartícipes de un proceso que los involucra y compromete.

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Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa

Ph.D. Psicólogos Clínicos
098 706 2628

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