El inicio de este rol es una gran alegría, que también viene acompañado de innumerables retos y sentimientos encontrados.
La maternidad probablemente será la labor más importante que desempeñe una mujer que ha escogido este camino de vida. Por ello, cuando la experimente por primera vez, es común que surjan múltiples desafíos y temores, algunos inclusive irracionales, los cuales irán evolucionando según la etapa de la vida del niño. Comprenderlos y manejarlos es fundamental para desarrollar una forma singular de desempeñarse en este rol.
Para la psicóloga clínica Melissa Pazmiño, las madres primerizas están atravesadas por una serie de imaginarios, que se forman aún antes de la concepción del bebé. Están las influencias de los padres y de la cultura que, de una u otra forma, dicta qué hacer y cómo hacerlo. “Al darnos cuenta de que, por ejemplo, el cambio de pañal del comercial no tiene nada que ver con la realidad, nos sentimos mal y pensamos que estamos fallando en algo. Si el bebé llora y no sabemos el motivo, podemos sentir que somos malas madres, por no poder atender los requerimientos de nuestro propio hijo, sin pensar que el vínculo se va creando con el tiempo”.
No es posible asegurarse al 100% de estar haciendo el mejor trabajo. Si un niño crece sano y feliz, ya es un buen trabajo.
ESTRATEGIAS ESENCIALES
La especialista asegura que los temores y las dudas suelen iniciar incluso en el período de gestación. Una buena alternativa para manejarlas es asistir a terapias previas al parto que, de una u otra manera, preparan a la futura madre para lo que se viene y a entender que es una etapa muy bella, que también llega con sentimientos de cansancio, culpa y frustración. Este tipo de terapias están encaminadas no a decir a las mujeres qué es lo que deben hacer con sus primeros hijos, sino más bien, a tratar de que cada una se sienta cómoda con su personalidad y su forma individual de atender a un recién nacido.
Un error común que se suele cometer es sobresaturarse de información. Hay que aceptar que cada niño tiene su propio proceso de aprendizaje y crecimiento. Por ello, es indispensable evitar las comparaciones entre niños de la misma edad, en todo sentido: Talla, peso, si gatea o no, si camina, si come, si habla, etc. “Esto puede hacer sentir a muchas madres que algo está fallando no solo en el bebé, sino en ellas también. Permitir que nuestros hijos se desarrollen a su propio ritmo, con amor y paciencia, nos dará como resultado, niños seguros de sí mismos e independientes”. De la misma manera, lo que ocurre con frecuencia en esta etapa es recibir un sinnúmero de consejos por parte de otras madres ‘expertas’, muchas veces no solicitados. Lo que recomienda hacer la psicóloga cuando se presente esta situación es agradecer, tomar aquellos relacionados con sus creencias personales y dejar de lado los otros.
Aunque no hay una forma real de prepararse para la maternidad, es importante entender que la experiencia es lo que va marcando a cada mujer, el diario vivir y el vínculo que se va formando entre madre e hijo.
“Siempre estaremos cuestionándonos si lo habremos hecho bien, si habrá sido suficiente. Lo que podemos hacer es procurar entregar lo mejor de nosotras a nuestros hijos para que sean felices”.
LA EXPERTA ACONSEJA
Cuando una mujer sienta que su capacidad de manejar situaciones de estrés está al borde del colapso, cuando ideas recurrentes o repetitivas se manifiesten o cuando se cuestione demasiado, la especialista recomienda buscar ayuda profesional, más que nada para resover conflictos personales, que le permitan desempeñar mejor el rol materno.
“Es normal estar cansada y a veces fastidiarse un poco cuando el bebé no deja de llorar o cuando queremos dormir un poco más. No hay un lineamiento o un manual específico para ser mamá primeriza, solo procurar que el amor nunca falte”.