Pamela Salazar vive con una discapacidad física congénita. Sostiene que la única forma de vivir la inclusión es desde la visibilización de las diferencias de cada ser humano.
Pamela tiene una voz cálida, una sonrisa amplia y un motivo de conversación que engancha. Cuando habla de su niñez, lo hace con emoción porque recuerda que fue amada y cuidada en el seno de una familia, en la que llegó como primera hija, nieta y sobrina.
“Cuando nací con una malformación fui recibida con mucho amor por mis padres, mis abuelos y tíos, pero, sobre todo, con gran humanidad para crecer en igualdad de oportunidades”. Nunca se sintió excluida y sus padres se preocuparon por matricularla en una escuela privada regular, donde se educó en igualdad de condiciones.
El Colegio de América, donde Pamela estudió, fue incluyente, a pesar que en la década de 1980 aún no se hablaba de esos temas. Garantizó todas las facilidades y flexibilidades para que recibiera sus tratamientos médicos. “Caminaba por mis propios medios y me movilizaba pero claro, no podía correr o esforzarme. Por ejemplo, en vez de hacer Educación Física, aprendí a jugar ajedrez”.
Luego, decidió ir a la universidad para seguir la carrera de Comunicación. Después de graduarse hizo un Diplomado en Medios.
En sus 40 años Pamela ha pasado por más de 22 operaciones, y a medida que su edad avanza, su movilidad se ha reducido. Desde octubre de 2018, lo hace en una silla de ruedas. Es una situación que está aprendiendo a aceptar y manejar en su vida diaria.
Aprendió a pedir ayuda para bajar o subir a la silla de ruedas. También lo hace cuando no se facilita la infraestructura de la ciudad o sus edificios. Es un acto que permite visibilizar las diferencias para motivar la solidaridad.
Como periodista ha trabajado en medios impresos y en el sector privado. Ahora colabora en la Federación Nacional de Ecuatorianos con Discapacidad Física (FENEDIF) desde donde dirige el área de Comunicación y conduce el programa radial ‘Ecuador Incluyente’. “Hay días en los que el dolor me vence, pero el trabajo se convierte en un aliciente. Desde muy pequeña me enseñaron a ser independiente como mujer y la discapacidad nunca ha sido un obstáculo, es más bien un desafío”.
Desde su trabajo, la comunicadora fomenta la selección y empleabilidad de personas con discapacidad. “Tenemos derecho, como otros ecuatorianos, a tener un trabajo digno en el que podamos explotar nuestras capacidades y habilidades”.
En su vida, Pamela ha visto avances significativos en cuanto a la inclusión, pero siente que aún nos falta mucho como sociedad, desde el respeto a una rampa y espacios de parqueaderos, hasta el comportamiento solidario de la gente cuando necesita ayuda.
«Tuve la fortuna de fortalecer mi carácter, hacerme fuerte, amarme con mi discapacidad y ahora con mi movilidad reducida. He incluído a mi familia y mis amigos en esa línea de respeto y de solidaridad. Por ejemplo, mi sobrino Martín ahora, con sus dos años de edad, intenta empujar mi silla. Crece diferente e incluyente.
“Todos tenemos condiciones diferentes pero en derechos somos iguales. La solidaridad, el cuidado y la inclusión son valores de humanidad”.
Un comentario
Las persona con discapacidad desarrollan»otras»capacidades para realizar y cumplir sus objetivos. Felicitaciones mija por cumplir tu sueño de comunicadora social. Continúa luchando para hacer de Quito una ciudad y sociedad incluyente.