domingo 1 de diciembre de 2024

Creando una relación constructiva

Creando una relación constructiva

Creando una relación constructiva

Se sabe que las relaciones de pareja van cambiando a lo largo del tiempo y que, muchas veces, no nos damos cuenta de que nosotros mismos hemos cambiado.

Los seres humanos estamos evolucionando constantemente y eso es evidente en nuestras relaciones interpersonales, sobre todo con la pareja. En ocasiones, ambos pares pueden reconocer algo de su responsabilidad en el estado de las cosas. Sin embargo, la tendencia es culpabilizar al otro o dar por hecho que situaciones así pasan comúnmente y “se mejorará” sin que cada uno intervenga decididamente para generar cambios.

Existen hábitos que podemos poner en práctica para que las relaciones de pareja sean saludables, que contribuyan al crecimiento individual y, también, para que se constituyan en un espacio de diálogo transformador para disfrutar con el otro y la realización plena como pareja sea posible.

¿Qué implica “ser pareja”?

Formar una pareja, independientemente del tiempo que esta dure, no solamente implica tomar la decisión de vivir juntos o compartir tiempo. Se trata de un paso importante que, sin duda, influirá de múltiples formas en la vida presente y futura de las personas que la conforman. Parte de preguntarse: ¿Qué queremos?, ¿Cómo queremos vivir?, ¿Qué esperamos del otro y qué estoy dispuesto a dar? Son preguntas que debemos hacernos y de cuya respuesta honesta dependerá el curso que tome nuestra relación adulta.

La pareja está constituida por dos personas individuales, que deberán coordinarse y proyectarse en conjunto para permanecer en un proyecto de vida que sea satisfactorio para los dos. Por ello, es fundamental pensar en uno mismo, reconocer las propias expectativas y los propios recursos emocionales que pondremos sobre la mesa para emprender el camino en conjunto.

A partir de esto, siempre es importante recordar algunos hábitos que harán la vida más interesante, placentera y satisfactoria. Pequeños actos cotidianos, decisiones personales y conjuntas, en función del objetivo trazado, que debemos ejercitar todos los días.

Respeto a mí mismo y a mi pareja

El respeto implica la aceptación de uno mismo y del otro, reconocer que el otro es distinto, que tiene su tiempo, espacio y forma de pensar y que no es obligatorio, como pareja, pensar y sentir igual. Respetar y aceptar al otro es la puerta para conocerlo y aprender de él.

La comunicación es la base de todas las relaciones. Sabemos que es imposible no comunicar y eso significa que el silencio puede comunicar aún más que las palabras. Decir todo, de manera respetuosa, con la plena confianza de que será recibido de una manera amable es parte del juego de las relaciones de pareja. Comunicarse correctamente también significa saber discutir con respeto, serenidad y razón. Poner sobre la mesa lo que no nos gusta o creemos importante cambiar, en vez de ocultarlo y callar. Que el hombre se permita hablar de sus sentimientos y que la mujer pueda expresar sus temores y necesidades construye relaciones de pareja sólidas y duraderas. Que se diga con claridad a la pareja las expectativas propias (y se las actualice): lo que se quiere y lo que no se quiere, lo que se espera y se necesita del otro, ayuda a tener relaciones saludables y duraderas.



Hay que conocer y usar el lenguaje del amor para comprenderse y acompañarse con alegría. Algunas investigaciones sobre pareja afirman que todas las personas tenemos determinadas maneras de sentirnos amados. Puede tratase de palabras afirmativas o asertivas, recibir detalles o regalos, priorizar el tiempo de calidad, actos de servicio y dedicación o priorizar el contacto físico. Es importante conocer cuáles son las formas en que la pareja se sienta amada para, de esas maneras, demostrar el amor que se siente por él/ella. No basta con decir “te amo”. Es fundamental que el otro sienta que es así, es decir, que se sienta amado de la forma que lo necesita.

Saber que toda relación puede terminar y qué hacer para cuidarla

Muchas veces se piensa que porque se está en pareja la relación está “ganada”. Nada más alejado de la realidad. Las relaciones de este tipo deben trabajarse y fortalecerse día a día e, incluso, con este esfuerzo pueden terminar. El tener claro que toda relación puede terminar, además, ayuda a disminuir las probabilidades de construir relaciones codependientes y tóxicas, en las que cada persona invade la vida y el espacio personal del otro, desgastando y enrareciendo el ambiente relacional.

Ofrecer reconocimiento y apreciación da confianza y seguridad. Hacer saber al otro cuánto lo quiere y lo valora es importante. Cuando las relaciones llevan un tiempo tendemos a olvidar decirlo o hacerlo saber, aunque lo sintamos. Tenerlo presente y decirlo a menudo puede ayudar a mantener relaciones de pareja a lo largo del tiempo.

Mantener la independencia es vital. Si bien pasar tiempo de pareja es importante, permitirse construir y escribir una historia propia es necesario y alimenta la relación de pareja. Ser una persona independiente y tener límites saludables posibilita que las relaciones se mantengan en el tiempo. Se trata de construir o mantener un espacio personal para traer experiencias, historias, vivencias y pensamientos renovados y distintos al espacio que se ha construido en conjunto. La dependencia genera, a su vez, codependencia. Es decir, que los dos dependan excesivamente del otro y esto intoxica la relación.

Acciones útiles para mejorar la relación:



Preservar los espacios de pareja. Sobre todo, cuando se trata de familias ya conformadas, con hijos, es muy común que las parejas pierdan el espacio para compartir solos. Es fundamental desarrollar intereses comunes, momentos en los que puedan compartir el uno con el otro y volver a encontrarse. No importa tanto el tiempo destinado a ello, sino la calidad de ese tiempo y esto implica concentrarse en el otro, dejar el celular o el trabajo de lado y estar para su pareja íntegramente, disfrutar y dejar disfrutar.  



Compartir las responsabilidades familiares. Comprender que no hay roles determinados para mujeres y hombres en la pareja es básico si queremos mantener la relación saludable. Que el hombre tenga un rol más protagónico en el cuidado de los hijos y del hogar y la mujer pueda realizarse profesionalmente son aspectos que deben cuidarse y mantenerse. Iniciar o mantener un proyecto en conjunto requiere que los dos asuman responsabilidades y compartan acciones.



Cultivar el sentido del humor. Tratar de que el humor esté presente en el día a día de la pareja es una buena idea porque esto es un reflejo de la intimidad y el conocimiento que cada uno tiene del otro. Vivir en un ambiente en que hay espacio para la risa y la complicidad no solamente ayuda a sostener la relación, sino que también habla de la inteligencia y la sensibilidad de las personas que conforman la pareja.



Manejo del dinero. Llegar a acuerdos sobre el manejo de dinero ayuda a mantener las relaciones. Si en pareja se decide ubicar el dinero en una “caja común” y administrarlo en conjunto, debe respetarse el acuerdo, al igual que si la decisión es que cada quien administra su dinero y paga determinadas cuentas. Estos acuerdos deben aplicarse desde el principio y revisarse las veces que sean necesarias, de manera amable y respetuosa y reconociendo las necesidades de la pareja.    



La relación con las familias de origen. Iniciar una relación de pareja implica iniciar un proyecto en conjunto. Es importante reconocer y valorar el trabajo que las familias de origen de cada uno han hecho para conformar la persona que es parte de esta nueva relación. Sin embargo, hay que poner límites saludables entre la familia y la pareja, de manera que haya respeto y poca intromisión en las decisiones los dos. Una distancia positiva con las familias de origen ayuda a mantener parejas sólidas. La nueva familia de cada uno, es la que construyen juntos.      



Acuerdos fundamentales sobre la educación de los hijos. Otros de los acuerdos a los que hay que llegar desde el principio en una relación de pareja es el que tiene que ver con los valores, principios y asuntos fundamentales que se quiere que vivan los hijos. No se trata, solamente, de elegir el lugar donde estudiarán sino, sobre todo, qué criterios, actitudes y concepciones regirán las relaciones que se entablarán con los hijos y cuáles son las expectativas en conjunto para ellos. Los padres, como pareja, su relación es la escuela relacional, que les enseña a los hijos cómo vivir, cómo tratarse a sí mismos y cómo tratar a los demás.



No centrar la pareja en los hijos. Si bien tener, o no, hijos es una decisión que se toma en conjunto, no es la esencia para hacer pareja. Centrar la vida de la pareja en la vida de los hijos genera, en ellos y ellas, una carga innecesaria. La vida de cada uno de los padres es responsabilidad de los padres y la permanencia de la pareja es algo que no les compete a los hijos. Muchos adultos suelen repetir que ahora los hijos no tienen límites. Sin embargo, si la relación de pareja funciona, si es satisfactoria para la pareja, los límites para los hijos están claros.  



La intimidad. Una intimidad sexual activa es, sin duda, uno de los elementos fundamentales para tener una relación de pareja saludable. Posibilita su encuentro y los abre al contacto pleno. Mientras más placer auténtico para los dos, mejor. Esto implica hablar, conocer los gustos del otro, conversar sobre ello, también saber decir que no cuando algo no es de su agrado o no hay deseo. Saber parar, proseguir y darse el tiempo suficiente para explorar con interés, mantiene la química y la alegría en la relación. Que la pareja disfrute de una relación de intimidad, que se haga todo lo que es consensuado en complicidad, entre dos adultos, si no hiere al otro, es legítimo.    



Tener sueños propios y apoyar los sueños de la pareja. Ser capaces de apoyar con grandeza espiritual, sinceridad, flexibilidad y entusiasmo la realización personal de la pareja, la hace más consistente. Hacerlo, construye un sentido y un propósito para estar con el otro, de manera que cada uno sea realmente quién le gusta ser y nos abre nuevas posibilidades de futuro conjunto.

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Maritza Crespo y Diego Tapia F.

Psicólogos Clínicos
0987062628

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