La miel natural tiene pequeñas cantidades de enzimas que provienen del néctar de las flores y de las abejas. Estas enzimas cumplen con varios roles, por ejemplo hacen que el azúcar y algunas proteínas sean más fáciles de absorber por el cuerpo. También tienen un rol antioxidante que, en parte, proviene de las enzimas antioxidantes presentes en la miel. El efecto antioxidante es poderoso para prevenir infecciones y enfermedades crónicas como la diabetes o las patologías cardiovasculares.
La miel contiene una gran concentración de azúcar. Estos azúcares le otorgan su dulzura, textura viscosa y valor energético. Además, la alta concentración de azúcar crea una presión osmótica que actúa como un factor antimicrobiano. Proporcionan una fuente rápida de energía, ideal para recuperarse después de un ejercicio o para un impulso energético durante el día.
Las proteínas en la miel provienen tanto de las glándulas salivales de las abejas como del néctar y el polen. El contenido de proteínas en la miel varía entre 0.1% y 0.5%. Las mieles adulteradas, sobrecalentadas o almacenadas por mucho tiempo tienen menos proteínas. Por esta razón se recomienda elegir miel que no ha sido sobrecalentada.
Los ácidos orgánicos en la miel, aunque en pequeñas cantidades, son clave para su delicioso sabor y aroma. Estos ácidos también ayudan a conservar la miel y a prevenir el crecimiento de microorganismos dañinos.
La miel tiene pequeñas cantidades de vitaminas, principalmente del polen, néctar y la melaza. No es una fuente significativa de vitaminas, pero contiene vitamina A, B, C, D, E y K. El contenido de estas vitaminas enriquecen su valor nutricional.
La miel contiene pocos minerales, influenciados por el suelo, el clima y las fuentes botánicas. Los más importantes son el potasio, sodio, calcio y magnesio, siendo el potasio el 80% del total de minerales. El potasio es importante para la función nerviosa y muscular y para una buena salud arterial. Estos minerales contribuyen a las recomendaciones dietéticas.
La miel es rica en antioxidantes, que son sustancias que protegen nuestras células del daño causado por los radicales libres. Estos antioxidantes pueden reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades cardíacas y el cáncer. Además, las propiedades antibacterianas y antiinflamatorias de la miel pueden ayudarnos a combatir infecciones y a reducir la inflamación en nuestro cuerpo.