Se dice que los felinos tienen una demostrada aberración al agua, pero esto es una verdad a medias. Siga estas sencillas pautas para lograr un baño relajante.

Si baña a su amigo felino, entre el primer y el segundo mes de vida, disfrutará mucho este momento. Además, es la oportunidad propicia para reforzar la relación de afecto que tiene con su propietario.

CALME SU ANSIEDAD. Si su gato no está acostumbrado al baño, háblele y acarícielo durante todo el proceso, así calmará su ansiedad. Destine al menos una hora para bañarlo y es preferible que siempre lo haga la misma persona.

TODO LISTO. Tenga a mano todo lo que vaya a emplear en el baño. Utilice un shampoo específico para pelaje de gatos, no use uno para perros ni para humanos. El agua debe estar a 30°C. Déjela correr para que su felino se acostumbre al ruido.

MÓJELO DESPACIO. Lo correcto es mojarlo poco a poco con su mano, una esponja suave o una ducha de mano, comenzando por su cuerpo. La cabeza será lo último que humedezca y lave. No lo deje de acariciar para mantenerlo calmado.

APLIQUE EL SHAMPOO. Frote suavemente, a modo de masaje, pero permitiendo que la suciedad salga de su pelo. Deje actuar al shampoo por unos segundos y luego retírelo, vertiendo abundante agua desde el lomo hacia atrás.

¡A SECARLO! Llegó la hora de secar su pelo con una toalla. Lo importante es no frotarlo porque este movimiento brusco lo alterará. Más bien presione delicadamente, con suavidad y palabras de cariño para que su gato se sienta seguro.

CEPILLADO FINAL. Tenga en cuenta que nunca lo debe dejar con el pelo húmedo, a no ser que sea verano y la temperatura lo permita. Si no está muy asustado, una vez seco, puede cepillarlo suavemente. Con el tiempo, su amigo peludo se acostumbrará a la rutina y el baño será un momento especial y divertido para ambos.